14 de junio de 2011

Somnífero

Un momento.
¿Qué haces cuando quieres explicarle que esto no es todo?
¿Cómo viajas al punto crítico y disuelves los factores corrosivos?
¿Cómo comprendes la turbulencia de la psique?

Si la existencia fuera menos frágil
Si la muerte fuera menos irreversible
Podríamos tener más defunciones catárticas
Más simulacros de ultratumba.

¿Cómo le digo que tenemos que conocer las novedades?
Los inventos de las próximas décadas.
Tenemos que discutir el mundo.

Ahora me pregunto cuáles son los motivos reales.
Si fue la infancia
O la historia reciente
O la carestía
O la sobredosis
O qué.

¿Cómo pongo en una caja un poco de buena suerte?
¿Cómo le regalo fortuna?
¿Cómo le invento inicios?
¿Cómo le obsequio una lluvia bonita?
¿Cómo me vuelvo niña para tomarle la mano?
¿Cómo le otorgo paz que no sea de sepulcro?

Cómo le inventas la mejor canción, el mejor poema
Qué palabras desechas
Qué referencias usas
Qué historia le cuentas
Para que no se vaya.

Fui yo quien habló con él sobre somníferos, sobre herencias y escenarios de muerte.
Ahora qué hago con la desesperación, la ansiedad y la impaciencia.
Qué acciones tomo.
Ciertos escenarios en el planeta empiezan a girar alrededor de un solo propósito:
Que no ocurra el acontecimiento.
[Lo único que importa es que no ocurra.]

Entonces, ¿qué haces para entender la pesadilla?
¿Cómo le contagias apasionamiento?
¿Cómo le aseguras que vale la pena?
¿Cómo maravillas a un amigo suicida?

Anastasia


Tengo ganas de psicodelia y nuevos mundos.
Más lluvia y más café endulzado.
Menos etiqueta.
Tengo ganas de más momentos intensos efímeros
para la posteridad eterna, para el recuerdo, la memoria absurda.


Me da ganas absurdas de ser un bestiario, una colección infame de aberraciones, un libro de cuentos de hadas, un índice de libros prohibidos, una ensalada. Me da ganas de lo absurdo y lo insensato, pero si no es ahora, cuándo.


Algunas madrugadas todo parece desembocar en un gigantesco reductio ad absurdum.